DIARIO TIEMPO ARGENTINO
(contratapa)
"Busco dejar un
testimonio"
23.05.2014 | eduardo
calvo sans,
ambientalista
Bajo el nombre
de "Monumento a la
gente" acumula
materiales desde hace
nueve años. La firme
aspiración de registrar
el peligro que implica
"quemar petróleo, gas y
carbón".
Monumento a la gente",
se lee en el cartel de
chapa, al pie de una
pequeña montaña de cinco
metros de ancho y cinco
de altura, de la que
nacen arbustos y hasta
retoños de árboles. En
la cima se ven siete
maniquíes, alguna
bandera, caños y
alambres, y mucho verde.
Para cualquier
descuidado que mira esa
montaña, aún
deteniéndose en sus
detalles y en el cartel
de chapa, sorprende
enterarse que eso es en
realidad "una obra de
arte". Eduardo Calvo
Sans es argentino,
licenciado en Física y
divulgador de las
ciencias. Su Monumento a
la Gente se erige en el
Parque Hudson, en las
profundidades del
partido de Florencio
Varela en la provincia
de Buenos Aires, a unos
30 kilómetros del
Obelisco, como un
mensaje sobre la
problemática ambiental.
"Las cosas van a cambiar
mucho en pocas décadas.
Por eso, quiero dejar un
testimonio de lo que
ocurre ahora, en medio
del consumismo, durante
la borrachera de
petróleo, acumulando los
diarios de hoy en bolsas
de plásticos, enterradas
bajo tierra y fierros,
para que los arqueólogos
del futuro puedan
enterarse de lo que
pasaba un día como hoy,
en estas coordenadas, al
sur del continente",
explica. Especializado
en cuestiones
ambientales –durante
años trabajó como
periodista científico– a
Calvo Sans lo separa de
Greenpeace su visión
optimista de la ciencia
y la tecnología, en
lugar de la tendencia a
denostar ambas cosas,
algo que caracteriza a
muchos movimientos
ecologistas. Es un
hombre serio. Irónico,
culto, franco y sincero
en sus convicciones y en
sus dudas. Sus obras han
sido expuestas en
instituciones de arte y
museos. –No es fácil
caracterizar su obra,
¿cómo la define usted?
–Siempre me interesó
cómo encima de las
pirámides mayas
penetraba la naturaleza.
Mi obra quiere evocar,
de algún modo, la
intervención de la
naturaleza en los
materiales que acumulo,
por eso hay maniquíes
que se ven a medias, o
pedazos de fierro que
fueron tragados por la
vegetación, porque se
trata de evocar la
fuerza de la naturaleza,
que cubre y protege lo
que queda devorado, y
hasta quizás esa
protección natural sirve
como registro para las
futuras generaciones. –Y
sigue con atención la
tarea de otra gente,
porque usted no es el
único que hace este tipo
de cosas... –Desde
luego. En los Estados
Unidos existen artistas
que están haciendo lo
mismo. Porque a su vez
cada tanto se descubren
"monumentos" de este
tipo, realizado por
gente en los siglos
XVIII, XIX o comienzos
del siglo XX, y que hoy
es celebrado por
antropólogos o
arqueólogos que los
hallan, porque es un
modo de conocer el
pasado con datos
precisos. –Estamos a los
pies de un montículo
compuesto de bolsas de
tierra, muchísimas, pero
también, en su interior,
por papeles, diarios,
metales y plásticos.
¿Hace cuánto tiempo
comenzó a erigir esta
montaña? –Arranqué en
2005 y hace nueve años
que junto materiales.
Acumulo diarios bajo la
tierra, que implica una
combustión, y genera
carbono recuperado de la
atmósfera para colaborar
en combatir el efecto
invernadero. Los
materiales que entierro
de algún modo devuelven
a la tierra el carbono
dilapidado al gastar
irresponsablemente
combustibles fósiles.
–¿Y el mensaje? –Ningún
mensaje. Se trata de un
homenaje. Homenaje a
quienes estamos
liquidando la
civilización al quemar
petróleo, gas y carbón.
–La obra, hay que
decirlo, asume un
carácter exhibicionista
y visible... –Hoy
vivimos mucho más
tiempo, acaso como nunca
antes, por ejemplo si
comparamos con el
pasado. Esta es la mejor
de las épocas en el
planeta, pero vamos en
camino a una
singularidad histórica
que puede ser
traumática. Como estamos
viendo con el cambio
climático, este estado
de cosas no va a
perdurar. El capitalismo
consumista, dilapidador,
intentará sobrevivir, a
costa de muchas cosas
valiosas, quizá
manipulando el clima
planetario. Cuando
ocurra el cambio de
civilización, aspiro a
que alguien desentierre
del Monumento a la Gente
los registros del estado
actual, para averiguar
qué pasó. «
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