¿LOS
ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS?
La verdad es que las predicciones son muy imperfectas; puede que tanto
nos cocinemos en una sartén planetaria si la temperatura sigue
aumentando a un ritmo creciente como que nos congelemos en un freezer
que abarcaría casi todo el primer mundo si el deshielo del ártico
consigue detener la gran correa igualadora de la corriente del golfo.
Hay predicciones para todos los gustos, pero ninguna (salvo las mágicas)
es buena. Y en éstas no creo nada.
Los modelos del clima son modelos matemáticos y nada más; pero habría
que decir "y nada menos", ya que no tenemos otra cosa mejor. Pero cada
vez debemos agregar nuevas variables a los modelos que hacen fluctuar
violentamente el resultado, en direcciones a veces francamente opuestas.
El tema del efecto de los aerosoles, de las estelas de los aviones y los
humos industriales se ha agregado recientemente a la ecuación y
actualmente parece que limpiar el aire reduce el albedo (la
reflectividad) de la atmósfera y por tanto deja entrar más radiación
solar. Sin embargo, en tiempos preindustriales el planeta no se
calentaba como ahora, por lo que esta causa es dudosa y creo que su
aporte real en el balance energético de la atmósfera es poco conocido.
Algo sí sabemos: la humanidad ha llegado al punto de desarrollo (para
bien y para mal), que su actividad en conjunto tiene efectos muy
significativos e instantáneos a escala planetaria. Esto ha sucedido en
los últimos 150 años aproximadamente, lo cual es un picosegundo en la
escala astronómica de tiempo.
El fin de la era del petróleo, en la que creo ya estamos totalmente
inmersos, puede que nos ayude a mitigar el impacto en la atmósfera de
los gases invernadero, pero inicialmente creo que se producirá el efecto
contrario, ya que nos veremos obligados a substituir el petróleo por el
carbón, a menos mientras duren las reservas de éste.
Los paliativos que se ensayan actualmente y en los que mucha gente
bienpensante deposita casi toda su esperanza (energías eólica,
fotovoltaica, biomasa, mareomotriz, incluso nuclear) ayudarán en algo a
la supervivencia de los que pueden pagárselas (el primer mundo
nuevamente) pero no pueden ni remotamente compensar la falta de energía
global que se producirá casi inexorablemente en los próximos 25 años.
La gran pregunta es entonces si la humanidad puede resistir y sobrevivir
en un mundo con muy poca energía disponible y además muy concentrada en
las manos de los poderosos.
Una primera respuesta es fácil: no podrá hacerlo, al menos en las
condiciones (ya nada buenas) en la que vive una mayoría de los casi
7.000 millones de habitantes humanos.
La población mundial arriesga una hecatombe nunca anunciada y de la que
no se quiere hablar.
La producción de alimentos, su transporte y distribución se verán
enormemente dificultados por la falta de combustibles y la producción no
alcanzará para alimentar a la mayor parte de la población actual.
Lo mismo sucederá en las ciudades con el agua potable
y la disposición (ya ni soñar en el tratamiento) de las aguas servidas.
Esto último aumentará la incidencia de epidemias que diezmarán a una
población ya debilitada y con dificultades crecientes para procurase
medicamentos y cuidados médicos.
La segunda pregunta es de respuesta más difícil y aún más desagradable:
¿A cuántos puede alimentar el planeta, degradado como está y peor como
estará, sin los recursos de la agricultura y la ganadería industriales,
que dependen fuertemente de la disponibilidad de energía barata y
abundante?
Hay estimaciones que no tienen mucha base científica, pero a pesar de
ello creo personalmente que se puede estimar a nivel planetario entre
1.000 y como máximo muy optimista, 2.000 millones. Pero podrían ser
muchos menos (incluso cero), si la ruptura del orden social es tan
violenta y abrupta que desaparezcan todos los mecanismos de organización
social y entremos de golpe en un mundo estilo Mad Max. En todo caso esa
pesadilla duraría muy poco y el final sería el reino de las cucarachas y
con suerte las ratas, así como otros insectos y animales más adaptables
que nosotros.
Esta ficción cinematográfica no es en absoluto descartable y la
probabilidad de que ocurra o no depende de lo que se haga en los años en
los que ya estamos y los pocos que quedan para organizarnos para la
nueva realidad inminente.
La paradoja de esta última posibilidad es que los que tienen mayor
chance de sobrevivir son los que hoy tienen menos chance. Es decir, los
pueblos muy subdesarrollados, aislados, sin materias primas valiosas
para nadie y que han aprendido a vivir casi sin agua, con muy pocos
alimentos y nada de energías modernas. A ellos no les cambiará gran
cosa, excepto que los territorios habitables eventualmente puedan
desplazarse hacia el norte o el sur, dependiendo si en definitiva hay
calentamiento o enfriamiento.
Tal vez la biblia tenga más razón de lo que creíamos, en cuanto a que
los últimos serán los primeros.
Jose Luis Tenor
<joseluis7696@gmail.com>
COMENTARIO:
Primero dice que ninguna predicción es
buena, y que en éstas no cree nada. Eso
indica más que falta de optimismo una
actitud negativa, pues son dos cosas
diferentes. La primera regla para
sobrevivir es creer que se puede, sino
estamos fritos. Nombra luego energías
alternativas y supone que son todas
caras, únicamente para los ricos. En
realidad es cierto en parte, pero una de
ellas, la energía de biomasa, es la más
barata de todas y la utilizan sobre todo
los países y las sociedades menos
industrializados.
Con respecto a la
pregunta de si se puede sobrevivir con
un mínimo de energía, la respuesta es
sí, pero supone un cambio cultural de
tipo catastrófico o revolucionario,
según como se realice. De hecho la
mayoría de los pueblos originarios viven
de esa manera desde hace miles de años.
No han llegado a la luna pero siguen
viviendo. El tema del agua y los
alimentos, a mi manera de ver, debería
funcionar en forma regional. Centralizar
tiene más problemas que soluciones, ya
que el sistema se vuelve más vulnerable
a factores negativos. En el Planeta
Tierra nada está centralizado, la
energía se reparte en forma proporcional
entre los distintos niveles. Ningún
nivel es más importante, ya que todos
dependen unos de otros. Regionalizar
recursos ayudaría luego a intercambiar
los faltantes con otras regiones. El
enemigo a esto es la monopolización,
donde una sola persona, empresa o
corporación es "dueña" de un recurso y
lo cede a cambio de ganancias. Alguien
dijo una vez "En este mundo hay
suficiente para todos, pero no para la
ambición de todos."
¿A cuántas
personas puede alimentar el sistema sin
utilizar métodos industriales? Por lo
menos a la misma cantidad. La respuesta
ya la dio hace muchos años Fukuoka y la
Permacultura. Si esto no sucede es
porque los métodos industriales ofuscan
cualquier intento de este tipo, y porque
la gente ha sido obligada a creer que
las cosas son de una sola manera, cuando
en realidad pueden ser de muchas.
Creo en lo
personal que Mad Max sí es una
posibilidad, pero no la veo a escala
planetaria, más bien localizada en
algunos lugares y sociedades. La
capacidad de respuesta es diferente
según las culturas y las sociedades que
las practican. Los de mayor chance a mi
modo de ver son los que poseen la mayor
capacidad de adaptación a las nuevas
reglas (un hecho biológico), y no
necesariamente los que acumulen
recursos, pues tarde o temprano los
recursos se acaban. La opción de algunos
estrategas militares de sacrificar gente
para que otros vivan con "su estilo de
vida" es también ilusoria, ya que si no
se cambia la manera de vivir, los
problemas van a volver a aparecer. En
otras palabras la mejor respuesta a un
problema es tratar de solucionarlo desde
su causa.
marcelo montenegro
<losent99@yahoo.com.ar>
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